"La película tiene que ser muy real,
con temas sobrenaturales tratados como
si fueran reales, con el mismo respeto
por su importancia". (MNS)

Nació en Pondicherry (provincia Tamil
- Nadu, India) el 6 de agosto de 1970,
acaba de cumplir 32 años, se crió en colegios
católicos de su querida Filadelfia (Estados
Unidos), jugó al Atari y al básquetbol
(a este último lo dejó a partir de una
severa quebradura de pierna), ama la historieta
y el género fantástico, es casado y con
dos hijas, realizó un par de películas
anteriores a su gran éxito El sexto
sentido (1999), ve Las Chicas Superpoderosas,
y admira bastante a Alfred Hitchcock y
Steven Spielberg, sobre todo en sus primeros
trabajos.
Su verdadero nombre es Manoj Nelliyattu
Shyamalan. Sus padres (Jayalakshmi, cardiólogo,
y Nelliati, ginecóloga) partieron a Filadelfia
cuando Manoj tenía tan solo ocho meses
de vida. A los diez años el pequeño tomó
la cámara Súper 8 de su papá y empezó
a filmar: "Llamaba a todos sus pequeños
amigos, los reunía en el patio de casa
y les contaba historias. Yo les llevaba
sandwiches y Coca Cola. Las historias
solían ser terroríficas, básicamente de
fantasmas. Eso sí; jamás pensé que terminaría
haciendo películas", comentó su madre.
CAMINO A LA FAMA
"Es muy
difícil crecer artísticamente si uno no
hace el guión de la película que dirige".
(MNS)
A los 17 años y con 45 cortometrajes en
su haber Shyamalan se paró en el living
de su casa y le dijo a sus padres, rodeado
de fotos de los otros doce doctores en
la familia, que, a pesar de haberse graduado
en Medicina y de haber recibido varias
becas escolares de prestigiosos programas
médicos, había decidido estudiar Cinematografía
en la Escuela de Arte de la Universidad
de Nueva York. En El sexto sentido
hay una broma, a propósito de este hecho,
donde vemos al propio director interpretando
a un médico (los padres, por un ratito
quizá, contentos). A esa misma edad fue
que conoció a su actual esposa Bahvna,
con la cual se casó cinco años después.
Fue la primera y hasta ahora única mujer
de su vida. Y fue en ese mismo momento
cuando más estaba inspirado por los trabajos
de Spielberg a la hora de hacer sus cortos.
Los cazadores del arca perdida
(1981) es su preferida de todas las que
hizo Steven e Indiana Jones y el Templo
de la Perdición (a la que cita en
Más astuto que nunca) es otra de
sus predilectas, junto a E. T.: el
extraterrestre (1982).
El tema de
los largometrajes ya es historia. Praying
with Anger (1992) y Más astuto
que nunca (1995; en Estados Unidos
se dio tres años más tarde) tuvieron un
presupuesto inferior al medio millón de
dólares y recaudaron tan solo 350.000
dólares. Fue en ese momento que Shyamalan
le comentó a su montajista de Más astuto...,
Andrew Mondshein: "¿Sabés una cosa?
Voy a escribir una historia de fantasmas
titulada El sexto sentido. Se la
voy a vender a un gran estudio de Hollywood
y Bruce Willis va a ser el actor principal".
Mondshein le respondió: "Sí, sí; seguro...".
Y así ocurrió; El sexto sentido (1999),
la película que lo lanzó a la fama,
está entre las doce películas más
taquilleras de la historia del cine, y
en todo el mundo, con más de 660 millones
recaudados. Los estudios se arrancaban
la cabeza por llevarse a Shyamalan, luego
este gran éxito. El guión de dicha película
lo había hecho en un año para luego venderlo
en cuatro horas. La Disney se lo compró
en tres millones de dólares.
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M.
Night Shyamalan filmando El protegido. |
Manoj
dirige a Bruce Willis en
El sexto sentido. |
Shyamalan
y el fotógrafo Taki Fujimoto en
El sexto sentido. |
Luego vino
El protegido (2000), que se colocó
entre los 150 films más recaudadores con
casi 250 millones de dólares. Y más tarde
Señales (2002), que ya entró entre
las películas más exitosas de la historia,
llegando casi a los 400 millones en boleterías
de todo el planeta (y la suma continúa).
Su paga también siguió el mismo camino
de sus exitosas y, generalmente, laureadas
películas. Por El sexto sentido
cobró 3 millones de dólares, por El
protegido 10 millones, y por Señales
12 millones y medio. En la actualidad
se ha convertido en el guionista mejor
pago de Hollywood (Señales le deparó
otros cinco millones de dólares por el
libreto).
SÓLO
LOS CHICOS
Rosie
O´Donnell y Joseph Cross en Más
astuto que nunca.
"No estoy seguro de si existen los
fantasmas. Pero me gustaría creer en ellos.
Una vez estaba jugando al fútbol en el
fondo de la casa de un compañero de escuela,
vecino en Filadelfia, y enseguida le comenté
que su hermana nos estaba mirando desde
la ventana de arriba. Él dijo que ella
estaba en Boston. Yo lo coloqué en el
lugar para que la viera, pero había desaparecido.
Nunca más entré a esa casa; para mí estaba
embrujada. Es más; cuando jugábamos de
vez en cuando al Space Invaders
en el Atari teníamos que atravesar el
cuarto de su abuela. Esa habitación era
tenebrosa. Cuando a mi amigo lo llamaba
su madre yo quedaba sólo en el piso de
arriba. Me daba vuelta y veía a la señora
que me miraba fijamente. No tengas dudas
que todos esos recuerdos incidieron para
el personaje del niño en El sexto sentido".
(MNS)
Es inevitable
pensar en elementos netamente autobiográficos
cuando uno ve las películas de Shyamalan.
Praying with Anger, se basa en
el descubrimiento de sí mismo y sus raíces
ancestrales por parte de un adolescente
hindú que estuvo en Estados Unidos y es
enviado por un año a una universidad al
este de India, a la que llega totalmente
americanizado y en donde luego se siente
como un extraño. La obra la había hecho
a los 22 años y obtuvo el premio "Mejor
Ópera Prima" del American Film Institute
de Los Angeles en 1993. A Uruguay, lamentablemente,
nunca ha llegado.
Pero en su
siguiente trabajo, la excelente Más
astuto que nunca, estrenada directamente
en video en nuestro país, Shyamalan comienza
a profundizar sus creencias religiosas,
tomando como eje central la historia de
un niño que busca a Dios para asegurarse
de que su querido abuelo, recientemente
fallecido, se encuentre en el cielo y
descansando en paz. Y no es casualidad
que en El sexto sentido la psicología
infantil (que es lo que estudia su esposa)
también estuviera presente; en este caso
a través de un pequeño acosado por gente
muerta. El protegido, su cuarto
largometraje, trata, en términos
secundarios, el caso de un infante afectado
por esa condición de irrompible que tiene
su padre. Y la reciente Señales
también involucra a niños conmocionados,
esta vez por las misteriosas estrategias
de invasores extraterrestres. Manoj también
co-escribió Stuart Little, un ratón
en la familia (Rob Minkoff, 1999),
donde un solitario roedor (muy infantil)
estaba buscando a alguien que lo quisiera.
LA RAÍZ
DEL MIEDO
"El terror
de lo que se puede ver y el miedo de lo
que no se puede ver es el alma de El
sexto sentido. Lo real y lo irreal,
lo tangible y lo intangible. Es un terror
basado en la realidad. Viene de los miedos
de la gente de verdad, de lo que se intuye
pero se desconoce, de la forma de comunicar
dichos miedos, ya sea entre psicólogo
y paciente, madre e hijo, o bien entre
nosotros y seres queridos que han pasado
a mejor vida. La falta de comunicación
o el hecho de guardar secretos en la familia
pueden poner en peligro muchas cosas,
incluso la vida, y eso es algo de por
sí aterrador." (MNS)

Bruce
Willis en El protegido.
Hay que ver realmente lo que es la exploración
del miedo en el cine de Shyamalan. No
es algo que se palpe a simple vista, pero
sí que se siente de inmediato. En El
sexto sentido apunta a lo sugestivo
pero fundamentalmente a la materialización
de los temores más íntimos. Hay fantasmas
que reaccionan bruscamente con gritos
y amenazas y también ángulos de cámara
distorsionados que contribuyen a ese terror
claustrofóbico, capaz de llevar a alguno
a no abrir los ojos o correr directamente
la vista de la pantalla.
El legado
arquitectónico de Filadelfia (desde hojas,
árboles y enredaderas hasta hogares e
institutos) también contribuye a dar un
toque fantasmal a esta historia de niño
acosado por fantasmas que es ayudado por
un psicólogo. La ciudad parece un gigantesco
cementerio con muchos elementos góticos,
las calles apenas reciben los rayos del
sol, mientras que la penumbra, la palidez
y la desolación aparecen reinando en la
noche.
Shyamalan
reconoce a El exorcista como fuente
de inspiración en este aspecto. Ambas
películas fueron filmadas durante la época
otoñal. La pasividad con la que se filman
personajes nada amigables es otro factor
a tener en cuenta. El tono blancuzco desde
la fotografía que los resalta estáticos,
el desconcierto que lleva a la locura
lisa y llana. En fin; esa mano artesanal
(y muy personal) de Manoj para fabricar
el miedo no la tiene cualquiera. Hay algo
de Hitchcock, claro, pero no todo.
El gran problema de sus detractores es,
justamente, que las cosas les pasan delante
de sus ojos y no las perciben, o que quizá
sí las noten pero no sepan valorarlas.
Lo más fácil de hacer es asimilar todo
el paquete a la generalizada frase: "esto
ya lo hizo Hitchcock", cuando en realidad
este maestro británico del suspenso nunca
se metió con temas sobrenaturales y casi
nunca estuvo interesado en el terror o
la ciencia ficción.

Mel
Gibson en Señales.
Y acá hay que decir las cosas como son.
El género fantástico ha sido tan discriminado que (salvo valiosas excepciones)
cuando aparece alguien narrando visualmente
con destellos, excelentes pasajes terroríficos
incluidos y hasta tratando de decir algo
de interés en estos tiempos, donde mucha
gente tiene el cerebro quemado y donde
muchos medios masivos de comunicación
son sinónimo de carnaval, presunción,
sensacionalismo y deshumanización, como
que no es aceptado por las siguientes
causas: no es ningún genio incomprendido,
es joven y todavía trabaja en la industria,
es de poco creer que alguien haga cine
de género o entretenimiento descollante
("eso ya se hizo") en estos tiempos,
y varias cosas más que uno ya está harto
de escuchar. Las citas constantes a Hitchcock
parecen demostrar que lo más cercano a
cine fantástico que se ha visto (o que
se toma como punto de referencia al momento
de hablar o enseñar a estudiantes de cine
sobre lo que es el trabajo de una emoción
tan rica artísticamente como lo es el
miedo) es Hitchcock. Y eso, en parte,
está bien, pero en el resto está espantosamente
mal, ya que hay un montón de referencias
(recursos, realizadores) mucho más directas
y relacionadas con el género en cuestión
que Sir Alfred y que vienen desde el propio
nacimiento del cine.
El caso de
Shyamalan, increíblemente, no necesita
de tanta cita, ya que hay que reconocer
que el hombre es muy original e imaginativo,
pero más que nada piensa, elabora y ejecuta
a través de una teoría de filmación (y
que sus películas tienen de ser ensambladas)
por demás llamativas y que no se agotan
en el mero pasatiempo.
Si nos ponemos
a ver la forma seca y directa que utiliza
para exponer el miedo, a diferencia de
los que no saben trabajar el mismo con
lo temible a la vista, nos damos cuenta
que el hombre lo enfrenta sin anestesia
alguna y hasta trata incluso de poner
nervioso y de antemano al espectador.
Y sino fíjense en El sexto sentido
cómo el viejo paciente suicida de Bruce
Willis es introducido y filmado, los planos
que toman a la mujer fantasma en la cocina
y luego mirando desde la misma al pequeño
en su cuarto, la otra joven muerta dentro
mismo del refugio del niño (¿se imaginan
el impacto que causaría si la hubieran
maquillado de una manera mucho más tétrica?).

Bruce
Willis y Olivia Williams en El
sexto sentido.
Pasamos a Señales: la súbita e
impactante aparición del extraterrestre
caminando en la casa de un cumpleaños
infantil brasileño (hay que prestar atención,
aquí sí, al temible diseño: alto, flaco,
atlético, deforme, descolorido, amenazante,
rápido, nervioso), reacciones frente al
televisor como la de Joaquín Phoenix al
ver eso por televisión (que no es para
reírse), Mel Gibson en la plantación durante
la noche o en la cocina de una casa con
el mismo alienígena detrás de una puerta,
silencioso, caminando como si estuviese
pensando cómo despachar a su víctima terrícola
(recordar que ya se sabía lo que había
al haberlo visto en la fiestita sudamericana).
Y toda la parte final (chocante reflejo
en el vidrio de un electrodoméstico incluido),
donde los invasores van a buscar, sin
vueltas y para matarlos, a los habitantes
de la casa.
Ni qué hablar del manejo de los efectos
de sonido y las pacíficas atmósferas que
reinan mientras transcurre parte de la
acción en Señales (acá sí hay algo
de Hitchcock); pocos pero efectivos y
hasta contribuyentes a crear climas de
miedo e intriga absoluta. Shyamalan vuelve
a reiterar su predilección por el montaje
lento, tomas parsimoniosas, su limitado
uso de sonido y, sobre todo, esos silencios,
que otra vez se imponen reforzando el
temor y hasta obstaculizando la música
incidental. Como en El sexto sentido,
el fotógrafo aquí es Taki Fujimoto, director
de fotografía también de varios trabajos
de Jonathan Demme (El silencio de los
inocentes, por citar uno).
Manoj, entonces,
vuelve a demostrar que es un hombre que
repiensa los géneros y con un contenido
detrás. Anticipa el miedo, estimulando
la imaginación y la psicología del espectador.
Y no se olvida del pasado (generalmente
basado en hechos trágicos) para hacerlos
operar en tiempo presente, a veces como
factor milagroso y en otras como algo
que busca poner las cosas en su lugar.
Insistimos;
M. Night Shyamalan no es Alfred Hitchcock
ni tampoco Steven Spielberg. Él simplemente
es Shyamalan. Toma algún recurso, sí,
de ambos realizadores, pero a lo que apunta
es a otra cosa que nada tiene que ver
con Spielberg ni tampoco con Hitchcock.
VINO
DE OTRO MUNDO
"¿Recuerdas
cuando me llamaste estúpido por mirar
esa lámpara durante 6 horas esperando
que la luz morada tuviera rayos gama y
me convirtiera en el Increíble Hulk?";
diálogo entre dos niños en Más astuto
que nunca.

Bruce Willis
en El protegido.
El protegido reafirmó el talento de
Shyamalan y demostró que sus virtudes
no se agotan en llamativos actos de magia.
Su cine se enlaza con ideas inteligentes
e imaginativas, además de filmaciones
que hablan por sí solas, que se nutren
con mucha calidad de lo que registran
a nivel contextual y que sacan una tajada
jugosa al perfil y la concepción de los
propios personajes. Aquí Manoj vuelca
una visión personal y la filtra a través
de uno de los temas tradicionales del
noveno arte (es decir, el cómic). Para
quienes todavía no la han visto no vamos
a decir cuál es el tema, ya que ahí radica
una de las bases que dan sentido a toda
la película.
Un guardia
de seguridad que trabaja en los estadios
fue el único sobreviviente de un terrible
accidente ferroviario. Poco después se
hace amigo de un coleccionista de cómics,
aquejado de una severa enfermedad crónica,
con quien mantiene enriquecedoras conversaciones.
Punto.
Aquí hay una
queja permanente del director por la sociedad
en que vivimos o, al menos, por la violencia
y constante deshumanización que él ha
podido apreciar. La injusticia hacia los
"diferentes", las desgracias que afectan
a gente inocente, los juegos de apariencias,
y la banalidad que se respira día a día
(en los medios de comunicación, por ejemplo)
es lo que más le incomoda. Un ejemplo
de esto se veía también en Más astuto
que nunca cuando el niño miraba impávido
inundaciones, incendios y un accidente
automovilístico con siete muertos en el
noticiero.
Si uno se
pone a ver el motivo por el cual los fantasmas
de El sexto sentido (también con
Bruce Willis y en Filadelfia) volvían
era, justamente, para encontrar a alguien
que los ayudara a poner las cosas en su
lugar: una mujer golpeada por su marido,
una niña envenenada por su madrastra,
las víctimas de un incendio. Como diría
Shyamalan son "almas perdidas con problemas
no resueltos que aparecen de entre las
sombras".

Samuel L. Jackson
y Bruce Willis en El protegido.
Pasemos a El protegido: un matrimonio
en buena posición, la joven fiel a su
novio que fallece en un tren, los desafortunados
del descarrilamiento en cuestión. Una
maestra, un padre de seis hijos, un investigador
contra la leucemia, una trabajadora social;
todos son nombrados en la ceremonia que
se realiza en la Iglesia (que otra vez
aparece en un film del realizador).
Se puede acusar
a Manoj de ser un poco esquematizado y
bastante explícito a la hora de expresar
sus inquietudes, pero si hay algo que
lo respalda es la forma en que filma,
narra y organiza su paquete fílmico. El
cuidado es extremo, tanto en palabras,
tomas y planos. Todo tiene su significado
y todo cobra real sentido al final.
Algunas de
las tomas parecían sacadas de un cómic
(sobre todo las referentes a Samuel L.
Jackson en su lugar de trabajo). Y hablando
del noveno arte, el nombre y apellido
del personaje de Bruce Willis empieza
con la misma letra, igual que la de varios
superhéroes Marvel y sobre todo los creados
por Stan Lee: David Dunn (Bruce Willis
en El protegido), Peter Parker
(El Hombre Araña), etc. El Señor Vidrio
(Mr. Glass, en inglés) se refleja precisamente
en varios lugares como la ventana de su
galería de arte, el televisor (de chico)
y hasta contra el vidrio de un auto al
dejarle el primer mensaje a Bruce Willis
contra el parabrisas de su auto. Ah, su
bastón es de cristal y su cuerpo se quiebra
al caer (dada su enfermedad) al igual
que un objeto de vidrio. Y en Más astuto
que nunca el niño protagonista también
toca en una juguetería muñecos relacionados
a Spider Man, Iron Man y especialmente
X-Men.
El protegido
es su película más trabajada (él mismo
lo reconoce) y quizá una de las mejores
que haya dado la industria en los últimos
años.