
Título original: Miami
Vice
País y año de producción:
Alemania / Estados Unidos, 2006
Dirección: Michael
Mann
Guión: MM, basado
en los caracteres creados por Anthony
Yerkovich para la serie televisiva homónima
Con: Colin Farrell, Jamie
Foxx, Gong Li, Naomie Harris, Ciarán
Hinds
Duración: 134
minutos
Calificación:
No apta para menores de 15 años
Género: Acción
/ Thriller
Sitio Web: http://www.corrupcionenmiami.uip.es/main.html
Reseña argumental: Crockett
y Tubbs descubren que una divulgación
no autorizada a niveles altos ha causado
la matanza de dos agentes federales y
el asesinato de la familia de un informante
amigo. Asignados al caso, la investigación
que realizan los dos agentes los lleva
directamente a la puerta de los sanguinarios
asesinos de la Hermandad Aria y a una
sofisticada red de contrabandistas globalizados
protegidos por medidas de seguridad impresionantes
y novedosas.
Durante la persecución, los compañeros
conocen a Isabella (Gong Li), la bella
oficial financiera china-cubana del cartel
- una mujer que mueve, lava e invierte
dinero. La seductora mujer le brinda a
Crockett una forma de exorcizar sus demonios
cuando intenta salvarla de las fuerzas
del mal… mientras los nuevos amantes
intentan descubrir exactamente quién
juega con quién o quién
está realmente enamorado. Simultáneamente,
el estoico Tubbs infiltra la elusiva sociedad
criminal, manteniendo simultáneamente
un ojo protector sobre Trudy (Naomie Harris),
la analista de computadoras de quien está
enamorado.
Cuando Crockett y Tubbs trabajan encubiertos
como traficantes de drogas en el Sur de
la Florida, tratan de identificar al grupo
responsable por la muerte de sus amigos
y al mismo tiempo investigan el nuevo
orden del bajo mundo. Durante su misión,
las líneas se cruzan cuando los
socios comienzan a olvidar no sólo
cómo salir de este mundo corrupto
sino de qué lado de la ley se suponen
que están ellos…
El director Michael Mann había
dirigido varios episodios de Vicio
en Miami pero también
hizo Cazador de hombres
(1986), El informante
(1999) y Colateral (2004),
entre otras.
CON LOS HOMBRES DE MICHAEL MANN
Está bien; no es una adaptación
tan fiel de la serie televisiva. Es más;
tampoco quiso ser una versión moderna.
La trama parece ser en sí la verdadera
estrella, mientras el dúo protagónico
va respondiendo en función de cada
suceso. Hay mucho diálogo, por
cierto, que no satura sino que va reflejando
la sensación térmica en
ambos bandos; también una cámara
digital que pretende meter al espectador
como testigo de esas conversaciones donde
la policía planea cada paso a seguir,
tal cual pudiera estar discutiéndose
incluso cómo los actores van a
dar forma a sus respectivos personajes
en un "detrás de cámaras".
Esa impresión de estar presenciando
en cierta forma un documental se codea
con el nervio, con la intensidad que el
director Michael Mann siempre impone a
sus zonas urbanas, a través de
espectaculares tiroteos y escenas de acción.
Es parte del estilo que siempre lo ha
caracterizado y que en este largometraje
vuelve a repetir, una vez más contando
con gente que en la vida real estuvo presa
por robos, tráfico de drogas, y
otra ex militar y ex policía. Hubiera
sido mucho mejor que los que tuvieron
la suerte de estar cerca de Mann y compañía
se dedicaran a investigar más detalles
como estos y no qué tragos tomaron
en W Lounge los actores mientras se filmaban
algunas escenas en Montevideo.
Así como los detractores de Tim
Burton señalaban que lo suyo era
el diseño de producción,
de Michael Mann se ha dicho hasta que
debió ser director de fotografía
o de segunda unidad, lo cual se asemeja
realmente a un disparate.
Si bien tuvo algunas obras bastante flojas
a lo largo de su carrera (El último
de los mohicanos, Ali)
se sintió muy cómodo haciendo
otras que iban mucho más allá
de buenos thrillers de acción y
suspenso.
En Vicio en Miami (2006)
hay un caso menor que luego lleva a los
protagonistas a meterse en otro mucho
más grande vinculado a las drogas.
Los desafíos son constantes y ambos
tienen mucho cuidado al momento de dar
cada paso, ya que la desconfianza va creciendo,
a medida que el caso va tomando mayores
dimensiones. Y ahí es cuando una
vez más las tomas con cámara
de mano parecen un personaje más,
contemplando y acompañando a la
famosa pareja de agentes.
A Mann no pareció preocuparle
tanto el ser fiel a la serie televisiva
sino más bien a sí mismo;
en adaptar sus típicos personajes
de cine negro a situaciones muy cercanas
a la crudeza del cine hecho por su viejo
amigo Abel Ferrara (El rey de
Nueva York, Maldito policía,
El funeral).
Si bien no hay tanta química entre
Colin Farrell y Jamie Foxx (éste
último mucho menos protagonista)
como sí la había entre Don
Johnson y Philip Michael Thomas en la
serie, lo que se roba la atención
es el vínculo amoroso entre el
ambiguo personaje de Farrell (que actúa
muy bien) y la cautivante presencia de
la actriz china Gong Li (ex mujer y actriz
fetiche del notable cineasta Zhang Yimou),
y ahí es donde funciona mejor la
película, siempre dejando de lado
las partes movidas de una historia que
linda con lo superficial, hay que reconocerlo.
También en la serie televisiva
habían capítulos que eran
aburridísimos y otros que trataban
temas tabúes; todos manteniendo
el ojo en el glamour, los clubes nocturnos
y sus mujeres, los lujosos automóviles
y hasta en las canciones de exitosos grupos
y solistas que revitalizaban esa imagen
de una ciudad soñada pero peligrosa.
Claro que los protagonistas eran mucho
más amigos en la serie que en esta
película, donde tan solo lucen
como respetables compañeros de
trabajo; eso sí, siempre muy elegantes
pero no por una cuestión elitista
o de mercado sino porque no debían
despertar las sospechas de asesinos y
traficantes de alto vuelo a los que perseguían.
Los finales no siempre eran del todo
felices y tanto Johnson como Thomas no
jugaban a ser superhéroes; tenían
defectos, tenían problemas y eran
mucho más realistas. En ese sentido
la película se anota algunos puntos
más a favor. Tal cual sucede en
otros antecedentes de Mann, siempre hay
algún vínculo excepcional
o factor común entre dos personas
de distintos bandos (Al Pacino y Robert
De Niro en la eterna Fuego contra
fuego), como en esta Vicio
en Miami, donde Farrell se enamora
de la traficante a la que persigue.
Buena parte de los personajes en las
películas de Michael Mann son metidos
en casos sumamente complicados, de los
que a veces parecen no tener salida (el
suicidio del informante, en los primeros
minutos de Vicio...).
Y eso los lleva a la desesperación,
a perder el equilibrio, a mostrarse vulnerables,
por encima del arma que tienen o el poder
que manejan. Y lo más curioso es
que en varias oportunidades las soluciones
parten de llamativos casos provenientes
del otro bando, lo que deriva en verdaderos
juegos y duelos psicológicos (Cazador
de hombres, donde por primera
vez aparece la figura de Hannibal Lecter)
y también en cierto tono oscuro
del que se van impregnando irremediablemente
las obras.
La enorme presión y los terribles
dilemas que se le presentan al científico
despedido de una tabacalera (Russell Crowe)
al momento de hacer una gravísima
denuncia en El informante
(1999) constituyen otro ejemplo perfecto;
el periodista que encarna Al Pacino trata
de ayudarlo y a la vez siente las consecuencias
del caso en que se mete a investigar.
Hombres frustrados, arrepentidos pero
de buen corazón, a veces alienados
ante casos muy difíciles que no
saben cómo resolver pero dispuestos
a estar con una mujer y hasta ser parte
del famoso "sueño americano",
que no pueden con su condición
(y con las reglas que sus trabajos les
marcan) y siempre tienen que pasar por
el sacrificio, el sufrimiento, son los
que transitan por las mejores películas
de Mann.
Esto no solo produce repentinas explosiones
y enfrentamientos sino también
thrillers tan intensos que terminan convirtiéndose
en auténticos dramas. Y esto lo
sabe el propio Tom Cruise cuando hizo
probablemente una de sus mejores interpretaciones
en Colateral (2004),
la de misterioso y despiadado asesino
a sueldo que amenaza a un ingenuo taxista
para que lo lleve a cometer sus trabajos.
Olvidando su destino, ambos llegan a depender
uno del otro. Y hasta hubieran sido grandes
amigos.