TRIBUTO A MEDIAS

En primerísimo lugar y antes de
abordar una película de casi cuatro
horas habría que ubicarse en el
contexto desde donde uno pudo ver todo
lo que aquí se homenajea, que,
no solo pasa por las películas
que valientemente daba el viejo cine Rex
o el Ariel en circuito comercial (incluso
las que se podían ver en los cines
de barrio), sino también por las
que se podían alquilar en los grandes
videoclubes (como el J&M o Video Hogar),
donde solamente se encontraban esas películas
que uno por lo general no podía
ver en cine cuando se estrenaban, ya sea
porque en época de dictadura militar
y al ser menor de edad el ingreso a los
recintos era muy controlado, porque los
distribuidores no veían con buenos
ojos estrenar algo que aparentaba ser
pura violencia y nada más, y porque
tus propios padres te podían mover
el esqueleto apenas señalabas en
el diario esa película que tantas
ganas tenías de ver.
Es decir que si no eras de consumir esos
materiales que estaban debajo del todo
en las estanterías, perdidas en
un rincón, y sí optabas
por ir a pedir siempre lo último
que había salido editado, quizás
no puedas disfrutar tanto esta doble función
llamada Grindhouse (2007),
o al menos una de las dos películas.
Porque el homenaje que Tarantino y Robert
Rodríguez realizan aquí,
si bien no está a la altura de
lo que uno imaginaba (especialmente el
largo de Rodríguez), tiene un resultado
final bastante aceptable.
"Grindhouse" hace referencia
a aquellos cines norteamericanos venidos
a menos que pasaban dobles funciones (al
precio de una) y generalmente con copias
baqueteadas de películas de muy
bajo presupuesto, lo que no implicaba
que fueran todas malas.
Los problemas de distribución
también coincidieron con esta película
(que en Uruguay, al final, se estrenará
directamente en DVD) pero no por su contenido
sino por su formato, que terminó
en un fracaso de taquilla en Estados Unidos,
lo que llevó a que en algunos países
Grindhouse fuera exhibida
en dos partes: Planet Terror,
de Robert Rodríguez y Death
Proof, de Quentin Tarantino,
con el consentimiento de ambos directores.
La primera en clave de zombies "romerianos"
con un toque a la italiana, y la segunda
con un psicópata, extra de películas,
cuya arma mortal es el mismo auto pintoresco
que usaba en sus viejas épocas
para las escenas de riesgo. En ambas está
el tema de las hermosas heroínas,
eternamente acosadas por cuanta amenaza
surja de la mente de un guionista de cine
de acción, terror y violencia,
de clase B y Z. Mientras Planet
Terror se vuelca más por
un guiño a los films violentos
y de humor negro de los ´80, Death
Proof contempla mucho más
la década del ´70, con su
cine de carreteras y con mujeres dispuestas
a enfrentar lo que viniera.
Para la edición en DVD y para
algunas exhibiciones donde Grindhouse
se dio en dos fragmentos por separado,
la película de Rodríguez
tuvo diez minutos adicionales de metraje
y la de Tarantino catorce. Sin embargo,
los fake trailers sí fueron
incluidos en la doble función:
el de Eli "Hostal" Roth, sobre
un asesino en serie; el de Edgar "Shaun
of the Dead" Wright, en clave de
humor negro; otro del músico Rob
Zombie, con mujeres convertidas en hombres
lobo, gracias a un experimento durante
la Segunda Guerra Mundial; y finalmente
uno del propio Rodríguez, donde
uno de sus actores secundarios fetiche,
Danny Trejo, es el héroe de un
asunto ultraviolento titulado Machete
y que no se sabría hasta qué
punto sería un tráiler falso,
dado que en realidad podría ser
una de las nuevas dos funciones de la
hipotética Grindhouse 2.
VIRUS MORTAL

Con todo lo hecho hasta ahora por Robert
Rodríguez su mejor película
(sin codirigir con nadie al lado) sigue
siendo su ópera prima El
mariachi (1992), la más
corta, sencilla, talentosa y barata que
hizo hasta el momento. En Planet
Terror, ese cine de bajo presupuesto
al que homenajea se nutre de mucho humor
negro, numerosos guiños, bastante
gore, pero también de un presupuesto
considerable (el de Grindhouse
llevó en total 53 millones de dólares;
versiones no oficiales hablan de casi
100) para este tipo de tributos, todavía
ambientados en tiempo presente y no en
las décadas del ´70 u ´80,
como debió haber sido.
Obviamente la saga de muertos vivientes
de George Romero, como también
los primeros trabajos de Peter Jackson,
han influido bastante en todo este asunto.
Hay situaciones ingeniosas y bastante
cómicas, violencia gráfica
y escenas de acción espectaculares,
pero si bien hay un estilo determinado,
a la vez falta autenticidad, fidelidad
para esta historia de pueblo invadido
por virus contagioso que reanima a muertos
sedientos de sangre y que en realidad
podría ser perfectamente una remake
lujosa (porque el argumento es casi el
mismo) de La invasión de
los zombies atómicos (1980)
de Umberto Lenzi (a quien se agradece
en los créditos finales). La escena
de censura y el inmediato aviso del rollo
perdido está entre lo mejor del
film, pero a la vez… ¿qué
clase de homenaje es éste, que
no tiene ningún desnudo? Y aparte,
por encima que la acción tome lugar
en tiempo presente, ¿cómo
se va a estar manejando la tecnología
moderna de hoy día? ¿Es
esto un homenaje o una visión adaptada
al público adolescente actual?
¿Cómo se van a usar imágenes
generadas por computadora para hacer efectos
especiales? ¿Rodríguez usó
decenas de millones de dólares
para hacer una película que intentó
ser un homenaje al exploitation?
Hay cosas que realmente se contradicen.
De ahí, entre otras cosas de Death
Proof, que la película
de Tarantino supere a la de Rodríguez
y por varias cabezas, porque Planet
Terror luce como un exploitation
forzado y poco natural, lejos de cuestiones
de formato como cintas dañadas
y saltos de cuadro. Dejando de lado el
tema del presupuesto, los grandes directores
de cine clase B siempre apostaban a historias
simples para hacer algunos planteamientos
vinculados a factores sociales y/o políticos
del contexto donde se movían y/o
vivían, o de última descargaban
toda su artillería de género,
sin temor a censuras de ningún
tipo, incluyendo la de la crítica
elitista que en su momento nunca los supo
valorar, dado que este tipo de cine no
les gustaba. Planet Terror
sustituye esas críticas pero por
un divertimento estilizado aunque con
algunos excesos innecesarios (que en la
versión para cine se cortaron),
lo que la lleva a tener, seguramente,
un público distinto al de Death
Proof. El resultado final no
está mal pero pudo haber sido muchísimo
mejor… si tan solo se hubiese recortado
el presupuesto unas diez veces del monto
en bruto que se dispuso, como mínimo.
RUTA HACIA LA MUERTE

Tarantino ironiza sobre las porquerías
industriales de ahora (como las remakes)
y vuelca su tradicional bagaje y amor
por el cine en una aventura donde las
mujeres son las que realmente se ponen
al volante, no sin antes hacer una demostración
de uno de los choques automovilísticos
más impresionantes y mejor filmados
que jamás se hayan visto en una
película. Esa misma garra que Rodríguez
sí había puesto en Del
crepúsculo al amancer
(1996; con resultados que igual no fueron
gran cosa) es la misma que aquí
pone Tarantino, haciendo de Death
Proof probablemente su película
más nostálgica y personal,
donde no faltan las tomas largas de varios
minutos para una sola charla, en este
caso, entre mujeres. Y esto es decir que
tiene marcas de innumerables películas,
la mayoría de ellas resucitadas
para esta ocasión, desde las mujeres
de Russ Meyer y el cine de uno de sus
ídolos Sam Peckinpah, hasta algunas
escenas calcadas de películas de
Dario Argento o la etapa de decadencia
con Linda Blair, pero a la vez ese mismo
tipo de toma estaría conspirando
contra el espíritu de lo que quiere
tributar… o parodiar, si pensamos
en una visión "tarantinesca"
de esa época.
La película se iba a llamar "Thunder
Bolt", para ponerla más a
tono con la historia y en una onda menos
slasher de lo que el título
Death Proof sugiere.
Lo que sí se iba a mostrar y que
al final quedó fuera era una escena
donde el personaje de Kurt Russell se
masturbaba en su coche, luego de excitarse
con las muertes que provocaba al primer
grupo de mujeres. Pero esto tampoco era
algo frecuente en ese tipo de cine que
podíamos ver por estos lares; lo
más cercano a "Grindhouse"
que teníamos eran los bonos liceales
o las famosas dobles funciones pero de
"franja verde" (donde también
había exploitation y el
sexo implícito no era lo principal),
antes de que las salas de barrio cerraran
definitivamente.
Por encima de las persecuciones muy bien
filmadas y todos los méritos que
Tarantino pueda tener, esas películas
a las que homenajea eran mucho más
jugadas, y no estamos hablando precisamente
del cine experimental o de cosas más
emparentadas con el "cine- arte",
sino de mucha más violencia (no
confundir con sadismo) y sexo, de productores
para nada conservadores y que iban de
la mano con lo que le planteaban esos
mismos directores que en muchas ocasiones
se clonaban para estar en todos lados,
para supervisar todo sin medir nada ni
rendirle cuentas a nadie, por encima de
cualquier tipo de ambición económica.
O sea cine ultraindependiente y sin maquillajes
de ningún tipo. De ese que como
mínimo era calificado no apto para
menores de 18 años pero que los
dueños de las salas igual dejaban
entrar a los menores, en aquel momento.
Sí, así tenía que
haber sido la cosa, con escándalo
y en lo posible sin ningún tipo
de publicidad, flashes ni alfombritas
rojas en pomposos festivales. Y si era
posible, con toda la crítica en
contra o hasta ignorándola, como
siempre ocurría antes (ahora no
claro; porque hay que estar a la moda).
El siglo XXI ya es distinto y se juega
de otra manera. Y claro que peor hubiera
sido no tener una Grindhouse,
que dicho sea de paso no es la doble función
ideal para ver en una salita moderna y
con todo el confort disponible. Otra jugada
vital que a los productores no se les
debió haber pasado por alto.
GRINDHOUSE - Estados
Unidos, 2007 - Dirección: Robert
Rodríguez, Quentin Tarantino. Guión:
RR, QT. Con Rose McGowan, Josh Brolin,
Kurt Russell, Rosario Dawson, Eli Roth.
Duración: 191 minutos