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Grindhouse, de Tarantino y Robert Rodríguez

TRIBUTO A MEDIAS

por Alejandro Yamgotchian


En primerísimo lugar y antes de abordar una película de casi cuatro horas habría que ubicarse en el contexto desde donde uno pudo ver todo lo que aquí se homenajea, que, no solo pasa por las películas que valientemente daba el viejo cine Rex o el Ariel en circuito comercial (incluso las que se podían ver en los cines de barrio), sino también por las que se podían alquilar en los grandes videoclubes (como el J&M o Video Hogar), donde solamente se encontraban esas películas que uno por lo general no podía ver en cine cuando se estrenaban, ya sea porque en época de dictadura militar y al ser menor de edad el ingreso a los recintos era muy controlado, porque los distribuidores no veían con buenos ojos estrenar algo que aparentaba ser pura violencia y nada más, y porque tus propios padres te podían mover el esqueleto apenas señalabas en el diario esa película que tantas ganas tenías de ver.

Es decir que si no eras de consumir esos materiales que estaban debajo del todo en las estanterías, perdidas en un rincón, y sí optabas por ir a pedir siempre lo último que había salido editado, quizás no puedas disfrutar tanto esta doble función llamada Grindhouse (2007), o al menos una de las dos películas. Porque el homenaje que Tarantino y Robert Rodríguez realizan aquí, si bien no está a la altura de lo que uno imaginaba (especialmente el largo de Rodríguez), tiene un resultado final bastante aceptable.

"Grindhouse" hace referencia a aquellos cines norteamericanos venidos a menos que pasaban dobles funciones (al precio de una) y generalmente con copias baqueteadas de películas de muy bajo presupuesto, lo que no implicaba que fueran todas malas.

Los problemas de distribución también coincidieron con esta película (que en Uruguay, al final, se estrenará directamente en DVD) pero no por su contenido sino por su formato, que terminó en un fracaso de taquilla en Estados Unidos, lo que llevó a que en algunos países Grindhouse fuera exhibida en dos partes: Planet Terror, de Robert Rodríguez y Death Proof, de Quentin Tarantino, con el consentimiento de ambos directores. La primera en clave de zombies "romerianos" con un toque a la italiana, y la segunda con un psicópata, extra de películas, cuya arma mortal es el mismo auto pintoresco que usaba en sus viejas épocas para las escenas de riesgo. En ambas está el tema de las hermosas heroínas, eternamente acosadas por cuanta amenaza surja de la mente de un guionista de cine de acción, terror y violencia, de clase B y Z. Mientras Planet Terror se vuelca más por un guiño a los films violentos y de humor negro de los ´80, Death Proof contempla mucho más la década del ´70, con su cine de carreteras y con mujeres dispuestas a enfrentar lo que viniera.

Para la edición en DVD y para algunas exhibiciones donde Grindhouse se dio en dos fragmentos por separado, la película de Rodríguez tuvo diez minutos adicionales de metraje y la de Tarantino catorce. Sin embargo, los fake trailers sí fueron incluidos en la doble función: el de Eli "Hostal" Roth, sobre un asesino en serie; el de Edgar "Shaun of the Dead" Wright, en clave de humor negro; otro del músico Rob Zombie, con mujeres convertidas en hombres lobo, gracias a un experimento durante la Segunda Guerra Mundial; y finalmente uno del propio Rodríguez, donde uno de sus actores secundarios fetiche, Danny Trejo, es el héroe de un asunto ultraviolento titulado Machete y que no se sabría hasta qué punto sería un tráiler falso, dado que en realidad podría ser una de las nuevas dos funciones de la hipotética Grindhouse 2.


VIRUS MORTAL


Con todo lo hecho hasta ahora por Robert Rodríguez su mejor película (sin codirigir con nadie al lado) sigue siendo su ópera prima El mariachi (1992), la más corta, sencilla, talentosa y barata que hizo hasta el momento. En Planet Terror, ese cine de bajo presupuesto al que homenajea se nutre de mucho humor negro, numerosos guiños, bastante gore, pero también de un presupuesto considerable (el de Grindhouse llevó en total 53 millones de dólares; versiones no oficiales hablan de casi 100) para este tipo de tributos, todavía ambientados en tiempo presente y no en las décadas del ´70 u ´80, como debió haber sido.

Obviamente la saga de muertos vivientes de George Romero, como también los primeros trabajos de Peter Jackson, han influido bastante en todo este asunto. Hay situaciones ingeniosas y bastante cómicas, violencia gráfica y escenas de acción espectaculares, pero si bien hay un estilo determinado, a la vez falta autenticidad, fidelidad para esta historia de pueblo invadido por virus contagioso que reanima a muertos sedientos de sangre y que en realidad podría ser perfectamente una remake lujosa (porque el argumento es casi el mismo) de La invasión de los zombies atómicos (1980) de Umberto Lenzi (a quien se agradece en los créditos finales). La escena de censura y el inmediato aviso del rollo perdido está entre lo mejor del film, pero a la vez… ¿qué clase de homenaje es éste, que no tiene ningún desnudo? Y aparte, por encima que la acción tome lugar en tiempo presente, ¿cómo se va a estar manejando la tecnología moderna de hoy día? ¿Es esto un homenaje o una visión adaptada al público adolescente actual? ¿Cómo se van a usar imágenes generadas por computadora para hacer efectos especiales? ¿Rodríguez usó decenas de millones de dólares para hacer una película que intentó ser un homenaje al exploitation? Hay cosas que realmente se contradicen.


De ahí, entre otras cosas de Death Proof, que la película de Tarantino supere a la de Rodríguez y por varias cabezas, porque Planet Terror luce como un exploitation forzado y poco natural, lejos de cuestiones de formato como cintas dañadas y saltos de cuadro. Dejando de lado el tema del presupuesto, los grandes directores de cine clase B siempre apostaban a historias simples para hacer algunos planteamientos vinculados a factores sociales y/o políticos del contexto donde se movían y/o vivían, o de última descargaban toda su artillería de género, sin temor a censuras de ningún tipo, incluyendo la de la crítica elitista que en su momento nunca los supo valorar, dado que este tipo de cine no les gustaba. Planet Terror sustituye esas críticas pero por un divertimento estilizado aunque con algunos excesos innecesarios (que en la versión para cine se cortaron), lo que la lleva a tener, seguramente, un público distinto al de Death Proof. El resultado final no está mal pero pudo haber sido muchísimo mejor… si tan solo se hubiese recortado el presupuesto unas diez veces del monto en bruto que se dispuso, como mínimo.

RUTA HACIA LA MUERTE


Tarantino ironiza sobre las porquerías industriales de ahora (como las remakes) y vuelca su tradicional bagaje y amor por el cine en una aventura donde las mujeres son las que realmente se ponen al volante, no sin antes hacer una demostración de uno de los choques automovilísticos más impresionantes y mejor filmados que jamás se hayan visto en una película. Esa misma garra que Rodríguez sí había puesto en Del crepúsculo al amancer (1996; con resultados que igual no fueron gran cosa) es la misma que aquí pone Tarantino, haciendo de Death Proof probablemente su película más nostálgica y personal, donde no faltan las tomas largas de varios minutos para una sola charla, en este caso, entre mujeres. Y esto es decir que tiene marcas de innumerables películas, la mayoría de ellas resucitadas para esta ocasión, desde las mujeres de Russ Meyer y el cine de uno de sus ídolos Sam Peckinpah, hasta algunas escenas calcadas de películas de Dario Argento o la etapa de decadencia con Linda Blair, pero a la vez ese mismo tipo de toma estaría conspirando contra el espíritu de lo que quiere tributar… o parodiar, si pensamos en una visión "tarantinesca" de esa época.

La película se iba a llamar "Thunder Bolt", para ponerla más a tono con la historia y en una onda menos slasher de lo que el título Death Proof sugiere. Lo que sí se iba a mostrar y que al final quedó fuera era una escena donde el personaje de Kurt Russell se masturbaba en su coche, luego de excitarse con las muertes que provocaba al primer grupo de mujeres. Pero esto tampoco era algo frecuente en ese tipo de cine que podíamos ver por estos lares; lo más cercano a "Grindhouse" que teníamos eran los bonos liceales o las famosas dobles funciones pero de "franja verde" (donde también había exploitation y el sexo implícito no era lo principal), antes de que las salas de barrio cerraran definitivamente.

Por encima de las persecuciones muy bien filmadas y todos los méritos que Tarantino pueda tener, esas películas a las que homenajea eran mucho más jugadas, y no estamos hablando precisamente del cine experimental o de cosas más emparentadas con el "cine- arte", sino de mucha más violencia (no confundir con sadismo) y sexo, de productores para nada conservadores y que iban de la mano con lo que le planteaban esos mismos directores que en muchas ocasiones se clonaban para estar en todos lados, para supervisar todo sin medir nada ni rendirle cuentas a nadie, por encima de cualquier tipo de ambición económica. O sea cine ultraindependiente y sin maquillajes de ningún tipo. De ese que como mínimo era calificado no apto para menores de 18 años pero que los dueños de las salas igual dejaban entrar a los menores, en aquel momento. Sí, así tenía que haber sido la cosa, con escándalo y en lo posible sin ningún tipo de publicidad, flashes ni alfombritas rojas en pomposos festivales. Y si era posible, con toda la crítica en contra o hasta ignorándola, como siempre ocurría antes (ahora no claro; porque hay que estar a la moda).

El siglo XXI ya es distinto y se juega de otra manera. Y claro que peor hubiera sido no tener una Grindhouse, que dicho sea de paso no es la doble función ideal para ver en una salita moderna y con todo el confort disponible. Otra jugada vital que a los productores no se les debió haber pasado por alto.





GRINDHOUSE - Estados Unidos, 2007 - Dirección: Robert Rodríguez, Quentin Tarantino. Guión: RR, QT. Con Rose McGowan, Josh Brolin, Kurt Russell, Rosario Dawson, Eli Roth. Duración: 191 minutos


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