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Brad Bird, a propósito de Ratatouille
LOS TRABAJOS DE UN NOTABLE ANIMADOR

por Alejandro Yamgotchian (julio, 2007)




Ratatouille




Nuevamente hubo lluvia de estrenos para vacaciones de julio, período en el cual los cines uruguayos venden más entradas. Claro que a veces se corre el riesgo de que se termine dándole el mismo valor a todo, aunque una película como Ratatouille (2007), producida por los estudios Pixar, siempre termina llamando la atención. Y aquí volvió a repetirse un hecho curioso; tanto la dirección como especialmente el guión fueron destinados a una sola persona, algo que es sinónimo de confianza dentro de la industria y que puede considerarse como muy acertado, cuando se trata de gente como Brad Bird.


Este poco conocido pero estupendo animador no solo había hecho Los Increíbles (2004) sino también una película que se llamó El gigante de hierro (1999), que no pasó por cines uruguayos, aparte de un excelente episodio que integró la serie Cuentos asombrosos, titulado "El perro de la familia". Tanto El gigante... como el relato de Cuentos... todavía están disponibles para alquiler en algunos videoclubes.


A pesar de una muy corta filmografía, Bird ya venía trabajando desde comienzos de los ´80 como animador en la Disney. Allí conoció a Tim Burton (con quien trabajó para La dama y el vagabundo), que terminó siendo el rebelde del estudio, mientras que Bird se iba perfilando como una máquina desbordante de ideas que, junto al propio Burton, se puso manos a la obra para el nombrado episodio de Cuentos..., con Steven Spielberg como padrino y principal impulsor de la historia y, por supuesto, de toda la serie televisiva.


Ese mismo año Spielberg apostaba más fichas a Bird para el simple pero emotivo relato de Milagro en la Calle 8 (Matthew Robins, 1987), donde los ancianos de un edificio que estaba a punto de ser demolido recibían la ayuda de unos simpáticos extraterrestres. Poco tiempo después Bird dirigió episodios para Los Simpson y recién en 1999 debutaba en la dirección con su ópera prima (animada) El gigante de hierro.





EL ARTE DE ENTRETENER





El gigante de hierro





Un roedor sueña con convertirse en un gran chef francés. Mientras su familia vive del robo de comida y está permanentemente escapando de disparos de arma, trampas, veneno y objetos que vuelan a gran velocidad, el protagonista, luego de perder a los suyos en una huida, descubre que se encuentra debajo del restaurante de una famosa estrella de la cocina. Ahí es cuando conoce al inepto hijo del dueño, con el que de inmediato se alía para hacer los platos más sabrosos.


Esta es la historia de Ratatouille, una película que vuelve a combinar los elementos preferidos de Brad Bird: diseños vanguardistas (expresionistas, con estilo retro), aventuras, y fundamentalmente personajes bastante elaborados. Poner a un crítico como principal enemigo ya es todo un acierto, más cuando su figura se parece a la de un vampiro y una de sus reseñas fue capaz de matar (por la impresión) al dueño del restaurante. El momento en que esa fortaleza aparentemente impenetrable regresa a su infancia, justamente al saborear la comida del título, lleva a Bird a poner otro de sus clásicos quiebres cómiquísimos dentro de sus personajes. Por momentos como que la historia poco le importa, con tal de explorar los caracteres y luego verlos en acción, llenando la narración de gags y ritmos vertiginosos.


La forma en cómo el director imagina los planos, crea situaciones ingeniosas, y las hace interactuar con animales y seres humanos demuestra claramente que siente real gusto por lo que está haciendo, sin caer en el artificio de dar más importancia a un compromiso comercial, a un contrato, que a sus propias ideas, a veces muy detallistas.


Bird se vale de las nuevas tecnologías pero no para que el principal mérito de la película sean los trucajes visuales. Aquí vuelve a confirmar aquello de que la animación no debe ser algo estrictamente pensado para el público infantil. Sus películas también contemplan a los adultos, y gustan tanto al público en general como a la crítica, algo que no es tarea fácil.


Cuando John Lasseter (Toy Story y secuela, Bichos, Cars) se topó con Bird, y durante pleno reclutamiento de mentes creativas para Pixar, se dio cuenta que estaba ante un animador de los que no abundaban en la industria. "Cuando Brad vino al estudio a explicarnos la historia (de Los Increíbles) fue como si hubiera vuelto a casa, porque este estudio se creó para personas como él, personas que están deseando llevar el entretenimiento, la animación y los personajes por caminos desconocidos."

En Los Increíbles Bird mezcla la mejor técnica de animación disponible con cierto potencial narrativo y en medio de lo que era todo un desafío para Pixar: trabajar con personajes totalmente humanos. Aquí hay una familia de superhéroes (típicos de comic) que viven como simples mortales, con existencias rutinarias y tratando de disimular su condición. Pero un llamado los hace volver a la acción, con algunos años y kilos encima.


Bird mezcló espionaje, suspenso, humor inteligente y hasta algunos dilemas familiares, aparte de recursos caseros (como la fabricación de sonidos empleada para películas como El Exorcista o la clásica trilogía Star Wars), diálogos muy graciosos y un esmero en lo visual donde los ojos no alcanzaban para disfrutar todo lo que se veía en pantalla. La música también contribuía evocando al jazz y a la de series de espías, mientras que los guiños llegaban a clásicos de la ciencia ficción, la acción e incluso a grandes animadores de la Disney.


Curiosamente, Los Increíbles coincide en algunos puntos con la infancia de Bird y también posee otras referencias autobiográficas, ya que las idas y venidas familiares del superhéroe eran las mismas de Bird cuando estaba tratando de enderezar su propia familia.





UNA MENTE BRILLANTE





"El perro de la familia": genial corto animado para Cuentos Asombrosos





Sus dos películas más exitosas hasta el momento fueron Ratatouille y Los Increíbles, pero entre las mejores habría que posicionar a El gigante de hierro, y sobre todo al corto "El perro de la familia".


En la primera, un niño al que le cuesta tener amigos, que padece problemas en la escuela, y que vive en un pequeño pueblo de Maine, se encuentra con un gigantesco robot espacial (voz de Vin Diesel) cuyo principal fin era destruir el planeta Tierra. Pero en su accidentado aterrizaje pierde la memoria, hecho que le hace sacar su costado más humano, mientras el gobierno lo busca para exterminarlo. La historia está basada en el libro del poeta inglés Ted Hughes y transcurre a fines de los ´50. Hughes había escrito esa obra pero para consolar a sus hijos, ante lo que era el reciente suicidio de su madre, y Bird decidió ponerle el apellido del escritor al personaje del niño a modo de tributo.


La capacidad creativa y más bien emotiva del director se hace sentir en este film, con más referencias a la ciencia ficción norteamericana y a hechos reales que iban de la "Guerra Fría" hasta el lanzamiento de uno de los Sputnik. Es evidente que cuando en la obra de Bird no hay preocupación por que todo en la familia vuelva a la normalidad, un tema tan simple como la amistad puede llegar a unir seres tan incompatibles y que jamás se hubieran encontrado, salvo por algún hecho muy casual (el roedor y el "chef" de Ratatouille, este niño y la máquina interplanetaria en El gigante de hierro, que termina desafiando a su propia naturaleza).


Aquí Bird salía al cruce del clásico esquema Disney que venía teniendo gran éxito (con La Sirenita dando el puntapié inicial y que había prácticamente resucitado al estudio donde él mismo había empezado a trabajar) con una mezcla de drama y fantasía, y con situaciones inusuales (niño cuyo padre había fallecido en la Segunda Guerra, algunas connotaciones políticas, la paranoia nuclear de la época) dentro de la animación que la llevaron a ser estrenada directamente en video en Uruguay, cuando estuvo a punto de ser lanzada en cine por los representantes del sello Warner.


Este realizador norteamericano había estado trabajando para televisión durante los ´90. Y en 1987 había hecho "El perro de la familia", un corto dinámico y más que fiel reflejo de todo lo que su talento podía brindar.


Una familia disfuncional (niño al que cualquier cosa le sirve como arma, una niña que no para de hablar) se ve afectada por los constantes robos al hogar, y se las agarra con el pobre y pequeño perro guardián que en realidad no hace nada para impedir que los ladrones se salgan con la suya. Ahí es cuando se lo lleva a una escuela de entrenamiento canino (hay que ver lo que es la entrenadora y el instituto en sí, que guardan similitudes con el crítico y su casa en Ratatouille). Y los papeles cambian, en medio de más ingenio, risas y locuras: el perro se vuelve tan agresivo que termina uniéndose a los criminales y forma una pandilla de gángsters, desconcertando a la familia que lo había criado. Aquí también se nota la mano de Tim Burton, en lo que respecta a algunos comportamientos del animal, en especial si se tiene en cuenta el corto que el director de El joven manos de tijera (1990) había hecho tres años antes (Frankenweenie), a propósito de niño que resucita a su adorado perro luego de un accidente automovilístico. Por supuesto que Bird habrá aportado lo suyo, más si se tiene en cuenta el realismo de sus personajes animados en su posterior labor, El gigante de hierro.


Sin dudas que Brad Bird es un hombre a seguir con mucha atención, que está muy bien apadrinado (desde Spielberg en sus comienzos hasta John Lasseter), pero que también es uno de los mejores animadores que existen hoy día en Estados Unidos. Su incorporación fue lo mejor que le pudo haber pasado a Pixar.

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