Películas
de terror uruguayas
LA
OTRA CARA DE LA MISMA MONEDA
En círculos
de aficionados y festivales de terror en
Buenos Aires, se está hablando del
"Nuevo terror oriental". Así
se refieren a un grupo de directores y películas
que se han filmado en el último año
en Uruguay. Hechas con pocos recursos y
entre amigos, son también muestra
del cine que se hace acá.

Si hacer cine en Uruguay es cosa de aventureros
apasionados, hacer cine de género
lo es aun más. Citar como referentes
a gente como John Carpenter, Sam Raimi o
Peter Jackson puede ser un arma de doble
filo: es tan atractivo para algunos como
estigma para otros. La crítica probablemente
se hará a un lado, las fuentes de
financiación probablemente se reduzcan
más y por lo tanto, los exhibidores
dirán que no a películas realizadas
con pocos recursos y dirigidas a un público
minoritario.
No hay, sin embargo, una forma más
visceral que esta para hacer cine: un conjunto
de amigos, una cámara, pocos recursos
exprimidos hasta el tuétano, mucha
imaginación y mucha adrenalina. Pablo
Praino, Manuel Facal, Guillermo Kloetzer
y Guzmán Vila (*) están trabajando
de esta forma y generando lo que en circuitos
de aficionados en Argentina se dice que
es el "Nuevo terror oriental".
El antecesor de estos directores, Ricardo
Islas, que sigue filmando en Chicago, hizo
películas con similar metodología
durante su etapa en Uruguay.
Tim Burton estuvo acertado cuando al final
de Ed Wood reunió al protagonista,
"el peor director de la historia",
con Orson Welles, el director de "la
mejor película de la historia".
Uno era muy malo haciendo cine y otro demasiado
talentoso, sin embargo, la idea era una,
ambos amaban el cine con igual intensidad.
El ejemplo no viene al caso solo para decir
que estos son buenos y aquellos son malos.
Pero sí para dejar claro que este
grupo de directores ama tanto el cine como
Rebella y Stoll, Guillermo Casanova, Marcelo
Bertalmío o Alvaro Buela, o sea,
los consagrados por los premios. Y a diferencia
de Wood, tienen mucha capacidad.
En ningún momento Praino, Facal y
compañía se paran a esperar
un premio para hacer sus películas.
Kloetzer ha recogido premios en diversos
festivales, además de vender su corto
a la televisión francesa, pero después
de filmar Redrat con los
recursos que tenía a mano. Maximiliano
Contenti tiene muchos premios, pero casi
todos otorgados después de filmar
un corto tras otro.
No se trata de oponer ambas opciones, sino
que pueden ser vistas como partes del mismo
proceso. Alvaro Buela, a sus casi cuarenta
años, probablemente no se conformaría
con realizar una versión casera y
entre amigos de Alma Mater.
Del mismo modo que si Pablo Praino hubiera
filmado su trilogía de cortos Las
tres de kung fu con mucho presupuesto,
no serían tan enérgicos y
espontáneos. Pero un Buela de veinte
años no hubiese esperado ningún
premio para filmar (de haber tenido un proyecto,
claro) ni un Praino de cuarenta seguiría
filmando de la misma forma.
La última
película de Ricardo Islas, Fauces
de la noche, fue presentada en
el festival Montevideo Fantástico
hace pocas semanas. Según su director,
la película intenta recrear ambientes
similares a los que tenían las películas
de la mítica productora inglesa Hammer,
especializada en el cine de terror.
Filmada en Chicago, parece como si Islas
continuase trabajando de forma similar a
como lo hacía acá, aunque
con algunos recursos más. La diferencia
es que ahora los actores no son sus amigos,
aunque él sigue actuando. En una
conferencia de prensa reconoció que
"Las mejores películas son
las que hecho entre amigos, como algo casi
familiar. Mi modelo de rodaje es el de la
Hammer, donde siempre se trabajaba con grupos
pequeños." El argumento
fue escrito en 1999, poco después
de haber dejado el país. Él
mismo reconoce que no se despega tanto de
esa etapa, a pesar de que fue filmada en
2004.
Comparada con las de su período uruguayo,
que son las que se conocen, esta película
resulta infinitamente más prolija.
Está también filmada en video
y continúa con algunas de sus marcas
de fábrica, buen suspenso, desarrollo
atractivo de la intriga y una resolución
que arruina lo anterior al volver todo explícito
cuando muestra al "monstruo horrible
que chorrea sangre". Al contrario de
lo que le ocurrió en Plenilunio,
los monstruos de esta película son
creíbles porque cuentan con un mejor
servicio de maquillaje. De todas formas,
la historia de lesbianismo y locura de la
primera mitad de la película es arruinada
cuando aparecen los vampiros y la sangre
salpica hasta la última butaca. No
es que la sangre esté mal, pero aparece
como fuera de lugar frente a la turbia trama
del comienzo.
Fauces de la noche fue
filmada en video y su destino en Estados
Unidos, parece ser la edición en
colecciones de DVD`s vendidas a través
de revistas especializadas. Final similar
al que tuvieron las miniseries y películas
filmadas allá. Contenti, Kloetzer,
Praino y Facal tienen una suerte de antecedente
y modelo en Ricardo Islas. Filman con la
misma constancia, aunque aprendiendo de
errores propios y ajenos.
Hace poco
más de un mes se "editaron"
tres cortometrajes de Pablo Praino y un
largometraje de Manuel Facal; Achuras,
la primera película de zombies filmada
en Uruguay se puede conseguir en un par
de locales especializados, al igual que
Las tres de kung fu. Facal
filmó su película de zombies
en Maldonado, con los mismos recursos materiales
que Ricardo Islas, aunque con mayor imaginería
a la hora de poner la cámara y editar.
Insólitos planos fotografiados por
el mismo Facal, montaje ágil de Pablo
Praino y discreción a la hora de
simular efectos para los que no daba el
presupuesto, la hacen muy entretenida. Hay
que destacar la secuencia en que uno de
los personajes, interpretado por Facal,
tiene sexo con el cadáver de su profesora;
bastante arriesgada para lo que se suele
ver acá.
Achuras se hace larga,
a pesar de que dura una hora exacta, y tiene
buen montaje y música. Esto va más
en el planteo de la historia, ya que los
zombies, que es lo que se promete, demoran
en aparecer. Cuando comienza la acción
la película cobra fuerza, especialmente
por la capacidad del director de sugerir
los destripamientos y baños de sangre
más que de mostrarlos, haciendo obvio
que fue filmada con más entusiasmo
que plata.
Las tres de kung fu son
cortometrajes de Praino de tres minutos
cada uno. El primero, Una de kung
fu, fue hecho en poco más
de una hora para el concurso Video Relámpago
del año 2004, donde ganó uno
de los premios. La segunda es Otra
de kung fu y la tercera, para no
perder la costumbre, se llama Otra
más de kung fu. Si la primera
era una muestra muy divertida de lo que
se puede hacer con muchas ganas, bastante
cine y animación oriental, una cámara
y un grupo de amigos, las secuelas repiten
lo mismo, pero sorprenden un poco menos.
El tema de las tres siempre es la pelea
entre dos o más por una mujer. La
principal virtud de las dos continuaciones
es su brevedad. Están tan ingeniosamente
editadas y fotografiadas como la primera
y tienen la misma simpatía, pero
no dejan de ser lo mismo rehecho en otros
escenarios.
Los amantes de la cámara estática
de Whisky o del minimalismo
criollo de El viaje hacia el mar
podrían descubrir que en el frenesí
de esta trilogía, también
hay mucho cine. Lamentablemente Romeo
contra la muzzarella lisérgica asesina
solo se pudo ver una vez en el cine Plaza.
Este corto de Manuel Facal todavía
carece de la musica definitiva, por lo que
no circula ni está a la venta. Tiene
las mismas virtudes de Achuras,
sumada la divertidísima animación
stop motion de un queso muzzarella con instinto
asesino, pero es más corta. En quince
minutos concentra mucha locura y cientos
de planos que notoriamente fueron muy difíciles
de filmar. Un muchacho, Pablo Praino, recibe
una pizza con muzzarella que nunca pidió,
mientras está conectado a su videojuego
(cosa que siempre aparece en estas películas).
La pizza cobra vida y se traba en una lucha
disparatada contra el protagonista.
Todas son películas destinadas a
circuitos menores, probablemente ninguna
pase por salas comerciales, al menos en
Uruguay. Son una vertiente del cine que
se hace hoy en Uruguay, aunque con diferentes
recursos a los del cine que tiene mayor
público. Aunque fueran realizadas
con un millón de dólares,
nunca serían películas masivas.
Tampoco tienen por qué serlo.
(*) Debido a los vínculos
entre el autor de la nota y Guzmán
Vila, solo se citarán los títulos
de sus películas sin hacer comentarios:
Sangre en La Mondiola (2005,
mediometraje exhibido en Montevideo Comics),
El genio (2005, corto realizado
para el concurso Video Relámpago)
y Todo por 10 pesos (2004,
corto realizado para el concurso Video Relámpago).
|