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Películas de terror uruguayas
LA OTRA CARA DE LA MISMA MONEDA

por Matías Castro (setiembre, 2005)



En círculos de aficionados y festivales de terror en Buenos Aires, se está hablando del "Nuevo terror oriental". Así se refieren a un grupo de directores y películas que se han filmado en el último año en Uruguay. Hechas con pocos recursos y entre amigos, son también muestra del cine que se hace acá.




Si hacer cine en Uruguay es cosa de aventureros apasionados, hacer cine de género lo es aun más. Citar como referentes a gente como John Carpenter, Sam Raimi o Peter Jackson puede ser un arma de doble filo: es tan atractivo para algunos como estigma para otros. La crítica probablemente se hará a un lado, las fuentes de financiación probablemente se reduzcan más y por lo tanto, los exhibidores dirán que no a películas realizadas con pocos recursos y dirigidas a un público minoritario.


No hay, sin embargo, una forma más visceral que esta para hacer cine: un conjunto de amigos, una cámara, pocos recursos exprimidos hasta el tuétano, mucha imaginación y mucha adrenalina. Pablo Praino, Manuel Facal, Guillermo Kloetzer y Guzmán Vila (*) están trabajando de esta forma y generando lo que en circuitos de aficionados en Argentina se dice que es el "Nuevo terror oriental". El antecesor de estos directores, Ricardo Islas, que sigue filmando en Chicago, hizo películas con similar metodología durante su etapa en Uruguay.


Tim Burton estuvo acertado cuando al final de Ed Wood reunió al protagonista, "el peor director de la historia", con Orson Welles, el director de "la mejor película de la historia". Uno era muy malo haciendo cine y otro demasiado talentoso, sin embargo, la idea era una, ambos amaban el cine con igual intensidad. El ejemplo no viene al caso solo para decir que estos son buenos y aquellos son malos. Pero sí para dejar claro que este grupo de directores ama tanto el cine como Rebella y Stoll, Guillermo Casanova, Marcelo Bertalmío o Alvaro Buela, o sea, los consagrados por los premios. Y a diferencia de Wood, tienen mucha capacidad.


En ningún momento Praino, Facal y compañía se paran a esperar un premio para hacer sus películas. Kloetzer ha recogido premios en diversos festivales, además de vender su corto a la televisión francesa, pero después de filmar Redrat con los recursos que tenía a mano. Maximiliano Contenti tiene muchos premios, pero casi todos otorgados después de filmar un corto tras otro.


No se trata de oponer ambas opciones, sino que pueden ser vistas como partes del mismo proceso. Alvaro Buela, a sus casi cuarenta años, probablemente no se conformaría con realizar una versión casera y entre amigos de Alma Mater. Del mismo modo que si Pablo Praino hubiera filmado su trilogía de cortos Las tres de kung fu con mucho presupuesto, no serían tan enérgicos y espontáneos. Pero un Buela de veinte años no hubiese esperado ningún premio para filmar (de haber tenido un proyecto, claro) ni un Praino de cuarenta seguiría filmando de la misma forma.

La última película de Ricardo Islas, Fauces de la noche, fue presentada en el festival Montevideo Fantástico hace pocas semanas. Según su director, la película intenta recrear ambientes similares a los que tenían las películas de la mítica productora inglesa Hammer, especializada en el cine de terror.


Filmada en Chicago, parece como si Islas continuase trabajando de forma similar a como lo hacía acá, aunque con algunos recursos más. La diferencia es que ahora los actores no son sus amigos, aunque él sigue actuando. En una conferencia de prensa reconoció que "Las mejores películas son las que hecho entre amigos, como algo casi familiar. Mi modelo de rodaje es el de la Hammer, donde siempre se trabajaba con grupos pequeños." El argumento fue escrito en 1999, poco después de haber dejado el país. Él mismo reconoce que no se despega tanto de esa etapa, a pesar de que fue filmada en 2004.


Comparada con las de su período uruguayo, que son las que se conocen, esta película resulta infinitamente más prolija. Está también filmada en video y continúa con algunas de sus marcas de fábrica, buen suspenso, desarrollo atractivo de la intriga y una resolución que arruina lo anterior al volver todo explícito cuando muestra al "monstruo horrible que chorrea sangre". Al contrario de lo que le ocurrió en Plenilunio, los monstruos de esta película son creíbles porque cuentan con un mejor servicio de maquillaje. De todas formas, la historia de lesbianismo y locura de la primera mitad de la película es arruinada cuando aparecen los vampiros y la sangre salpica hasta la última butaca. No es que la sangre esté mal, pero aparece como fuera de lugar frente a la turbia trama del comienzo.


Fauces de la noche fue filmada en video y su destino en Estados Unidos, parece ser la edición en colecciones de DVD`s vendidas a través de revistas especializadas. Final similar al que tuvieron las miniseries y películas filmadas allá. Contenti, Kloetzer, Praino y Facal tienen una suerte de antecedente y modelo en Ricardo Islas. Filman con la misma constancia, aunque aprendiendo de errores propios y ajenos.

Hace poco más de un mes se "editaron" tres cortometrajes de Pablo Praino y un largometraje de Manuel Facal; Achuras, la primera película de zombies filmada en Uruguay se puede conseguir en un par de locales especializados, al igual que Las tres de kung fu. Facal filmó su película de zombies en Maldonado, con los mismos recursos materiales que Ricardo Islas, aunque con mayor imaginería a la hora de poner la cámara y editar. Insólitos planos fotografiados por el mismo Facal, montaje ágil de Pablo Praino y discreción a la hora de simular efectos para los que no daba el presupuesto, la hacen muy entretenida. Hay que destacar la secuencia en que uno de los personajes, interpretado por Facal, tiene sexo con el cadáver de su profesora; bastante arriesgada para lo que se suele ver acá.


Achuras se hace larga, a pesar de que dura una hora exacta, y tiene buen montaje y música. Esto va más en el planteo de la historia, ya que los zombies, que es lo que se promete, demoran en aparecer. Cuando comienza la acción la película cobra fuerza, especialmente por la capacidad del director de sugerir los destripamientos y baños de sangre más que de mostrarlos, haciendo obvio que fue filmada con más entusiasmo que plata.


Las tres de kung fu son cortometrajes de Praino de tres minutos cada uno. El primero, Una de kung fu, fue hecho en poco más de una hora para el concurso Video Relámpago del año 2004, donde ganó uno de los premios. La segunda es Otra de kung fu y la tercera, para no perder la costumbre, se llama Otra más de kung fu. Si la primera era una muestra muy divertida de lo que se puede hacer con muchas ganas, bastante cine y animación oriental, una cámara y un grupo de amigos, las secuelas repiten lo mismo, pero sorprenden un poco menos. El tema de las tres siempre es la pelea entre dos o más por una mujer. La principal virtud de las dos continuaciones es su brevedad. Están tan ingeniosamente editadas y fotografiadas como la primera y tienen la misma simpatía, pero no dejan de ser lo mismo rehecho en otros escenarios.


Los amantes de la cámara estática de Whisky o del minimalismo criollo de El viaje hacia el mar podrían descubrir que en el frenesí de esta trilogía, también hay mucho cine. Lamentablemente Romeo contra la muzzarella lisérgica asesina solo se pudo ver una vez en el cine Plaza. Este corto de Manuel Facal todavía carece de la musica definitiva, por lo que no circula ni está a la venta. Tiene las mismas virtudes de Achuras, sumada la divertidísima animación stop motion de un queso muzzarella con instinto asesino, pero es más corta. En quince minutos concentra mucha locura y cientos de planos que notoriamente fueron muy difíciles de filmar. Un muchacho, Pablo Praino, recibe una pizza con muzzarella que nunca pidió, mientras está conectado a su videojuego (cosa que siempre aparece en estas películas). La pizza cobra vida y se traba en una lucha disparatada contra el protagonista.


Todas son películas destinadas a circuitos menores, probablemente ninguna pase por salas comerciales, al menos en Uruguay. Son una vertiente del cine que se hace hoy en Uruguay, aunque con diferentes recursos a los del cine que tiene mayor público. Aunque fueran realizadas con un millón de dólares, nunca serían películas masivas. Tampoco tienen por qué serlo.



(*) Debido a los vínculos entre el autor de la nota y Guzmán Vila, solo se citarán los títulos de sus películas sin hacer comentarios: Sangre en La Mondiola (2005, mediometraje exhibido en Montevideo Comics), El genio (2005, corto realizado para el concurso Video Relámpago) y Todo por 10 pesos (2004, corto realizado para el concurso Video Relámpago).

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