y otros ejemplos
LA VUELTA DEL CINE CATÁSTROFE

El día después de
mañana
El pasado viernes 28 de mayo se estrenó
mundialmente El día después
de mañana (The Day After
Tomorrow), ejercicio de cine catástrofe
co-escrito y dirigido por el alemán
Roland Emmerich, el mismo realizador de
películas como Stargate:
La puerta del tiempo (1994), Día
de la Independencia (1996) y Godzilla
(1998), entre otras de igual o mayor importancia.
Arte7 no solo se propone abordar
este nuevo film sino también hacer
un repaso a algunos puntales en la carrera
de este realizador y ni qué hablar
de lo que ha sido el cine catástrofe
en la historia del cine.
EL MUNDO EN PELIGRO
Un desastre natural es el que se
produce en toda la zona norte del planeta,
como consecuencia del deshielo polar, y
así comienzan a aparecer tornados,
olas gigantes, huracanes y heladas mortales,
entre otros fenómenos, que comienzan
a sacudir dicha región de la Tierra.
La idea, claro, es transmitir lo que puede
llegar a ocurrir si el hombre no cuida adecuadamente
los recursos naturales de su planeta. De
esos efectos nocivos es que el film se alimenta
básicamente, gracias a una decorosa
tarea en materia de trucajes visuales. Sin
embargo también hay un guión
elemental pero con puntas bastante irónicas
y que hacen de El día...
una película no tan localista como
Día de la Independencia (que
habrá sido muy criticada pero cuya
primera hora está muy bien llevada),
donde el presidente norteamericano parecía
el presidente del mundo (bueno; hay uno
en la vida real que piensa que lo es).
Aquí se cuentan los desastres que
afectan a la zona norte de la Tierra, con
especial hincapié en Estados Unidos,
aunque dentro de los apuntes que se mencionaban
hay sátiras respecto al tema de la
inmigración, las propias autoridades
y la gente que gobiernan. Es gracioso ver
cómo algunos se preocupan por objetos
materiales y documentos, como el pasaporte,
cuando a pocos kilómetros hay tornados
y olas gigantes que se van acercando. Habría
que preguntarle a Emmerich por qué
se le ocurrió refugiar a la gente
en una biblioteca y que todavía terminara
quemando libros para mantener las fogatas.
Hay alusiones a algunos títulos y
autores pero la ironía que se pretende
expresar a través de los diálogos
es tan simple y poco convincente que lleva
a pensar que otro guionista le hubiera sacado
mucho más provecho al asunto.
El metraje, por su parte, pudo haber prescindido
de algunos minutos pero, de todas maneras,
el entretenimiento y sobre todo el espectáculo
visual están asegurados, para sorpresa
de muchos con un guión aceptable
y tensos pasajes (en la nieve, en las alturas,
dentro de un barco, los propios destrozos
creados y sus respectivos preámbulos,
algo similares a los de ID4),
dignos de un buen ejercicio de cine catástrofe.
ROLANDO EN CINE

Denominado por algunos compatriotas suyos
como el "Steven Spielberg alemán"
Emmerich ha tenido muy buenos resultados
con sus labores en taquilla, y este nuevo
trabajo no fue la excpeción.
Sin dudas que las grandes tragedias fueron
una constante en varias películas
de Roland Emmerich, donde generalmente ha
apostado a conmocionar poblaciones, países,
continentes y hasta planetas, siendo complementado
por el trabajo de los artesanos en efectos
especiales.
Su primer trabajo (co-dirigido junto a su
compatriota Oswald von Richthophen) fue
un mediometraje titulado Franzmann
(1979), donde hay un adolescente que debe
decidir (1937) entre quedarse a prosperar
económicamente en su país
natal (Alemania), con la oportunidad que
le ofrece su abuelo, o irse con su madre
a Francia para estudiar en la universidad.
El debut en el largometraje vino con The
Noah´s Ark Principle, donde
trató un tema parecido al de El
día después de mañana
pero en un entorno futurista (bueno; 1997,
que ya pasó) donde la Guerra Fría
proseguía y en el que una estación
espacial hecha por europeos y americanos
era capaz de controlar y hasta alterar el
clima de cualquier región del planeta,
incluyendo a países que se pudieran
rebelar contra las principales potencias
y que podían ser destruidos gracias
a la manipulación de los fenómenos
climáticos.
Luego, sí, vino su incursión
en Hollywood, aunque en ese entonces Emmerich
no se olvidaba de sus colegas de trabajo
compatriotas ni tampoco de hacer dignos
guiones y sobre todo buenas labores como
realizador. Claro que en su filmografía
hay algunas películas que dejaron
bastante que desear (Soldado Universal,
la versión americana de Godzilla,
en menor medida El patriota)
pero otras que fueron más que interesantes.
El cine fantástico casi siempre estuvo
metido en sus trabajos y a Emmerich no le
da verguenza confesar que sintió
la misma fascinación que la de un
pibe al ver por primera vez La Guerra
de las Galaxias (George Lucas,
1977), con 22 años de edad. El caso
de Joey: Haciendo contacto
(1985) sigue siendo la película más
personal de su director y uno de sus mejores
trabajos por lejos. La historia se centra
en un dolido niño que extraña
a su padre fallecido pero con el que comienza
a hablar inesperadamente a través
de un teléfono de juguete (en ese
momento suenan todos los teléfonos
de la ciudad donde vive y nadie entiende
nada). Sin embargo no es una película
infantil, ya que hay fragmentos algo terroríficos,
a partir del momento en que entabla relación
con un muñeco viviente (supuestamente
poseído por el hijo muerto de un
ventrílocuo que practicaba magia
negra) que a la vez le otorga al pequeño
poderes paranormales.
Más que el Spielberg alemán
a Emmerich habría que llamarlo, al
menos por este trabajo, el Joe Dante alemán,
ya que parece divertirse (la película
es muy imaginativa, por más que se
la compare con E.T.: El extraterrestre
o incluso Poltergeist: Juegos diabólicos)
y emocionarse a la vez (en los créditos
finales dedica la película a sus
padres y hay un motivo que no podemos revelar
y por el cual lo hace). En todo caso podría
ser un largo episodio de Dimensión
Desconocida, del mismo modo que
pudo ser la historia del niño enfermo
(que no fue puesto por Emmerich porque sí)
y las charlas con su doctora en El
día después de mañana,
siempre y cuando se hubiese desarrollado
más y mejor el asunto. Cabe acotar
que la edición en DVD de Joey
trae dos discos y ahí viene el metraje
adicional que en la copia distribuida en
Estados Unidos fue cortado.
Luego Emmerich sigue con lo sobrenatural
y filma Hollywood Monster / Ghost
Chase (1987), editada en Uruguay
directamente en video, del mismo modo que
el ejercicio de ciencia ficción Moon
44 (1990). Ghost...
es una comedia acerca de fantasmas que acosan
a un equipo de filmación para poder
saldar cuentas del pasado, mientras que
la segunda posee su atractivo (en su espectacular
diseño artístico; parte en
lo conceptual) aunque es bastante lenta.
Lo curioso es que maneja una temática
vinculada a un planeta Tierra sin recursos
y en donde (año 2036) hay lunas desparramadas
(entre estas la del título) con lo
necesario como para poder sobrevivir. Una
poderosa corporación decide proteger
a un muy rico pero también codiciado
terreno, en el que se dan luchas que generan
corrupción y violencia; tanta violencia
que los únicos capaces de ir a pelear
son algunos convictos a los que se les promete
una reducción de sentencia como premio.
Emmerich luego pegaría el salto a
las grandes superproducciones (aparte de
las ya mencionadas) con Stargate,
donde la Tierra se vio otra vez amenazada,
ahora por los planes del malvado líder
alienígena de un planeta al que algunos
terrícolas habían llegado
a través de un viaje interestelar
(gentileza del antiguo descubrimiento egipcio
del título).
EJEMPLOS CATASTRÓFICOS

Infierno en la torre
El cine catástrofe en sí ha
tenido muchísimo que ver con fenómenos
meteorológicos, gentileza del gran
trabajo desplegado por los artesanos de
efectos especiales. A pesar de que tuvo
su gran auge en la década del ´70,
el mismo ya venía marcado por películas
donde se podían apreciar numerosos
desastres*, como el volcán de Los
últimos días de Pompeya
(1935) de Ernest B. Schoedsack y con efectos
del troesma Willis "King Kong"
O´Brien, el terremoto de San
Francisco (W. S. Van Dyke II, 1936),
donde el equipo llegó a filmar parte
de la construcción del famoso Golden
Gate, y especialmente el Huracán
(1937) de John Ford, que se daba en la Polinesia
y que tuvo su remake homónima 42
años después, gracias al productor
Dino de Laurentiis, además de Cuando
los mundos chocan (Rudolph Maté,
1951), que terminó llevándose
el Oscar a Mejores Efectos Especiales e
inspiró en cierta manera a la espectacular
y muy bien hecha Impacto profundo,
dirigida por Mimi Leder y co-escrita por
el talentoso y subvalorado Bruce Joel Rubin,
en 1998.
Los ´70,
claro, constituyeron el gran boom del género,
y uno de sus más fehacientes impulsores
fue el ya fallecido Irwin Allen, que llegó
a producir recordados trabajos como La
aventura del Poseidón (Ronald
Neame, 1972) y secuela, dirigida por el
propio Allen en 1979, quien 5 años
antes había co-dirigido Infierno
en la torre junto a John Guillermin.
Pero el puntapié inicial de la época
fue Aeropuerto (George
Seaton, 1970), que cosechó varias
nominaciones al Oscar y originó tres
secuelas: Aeropuerto ´75
(con Linda "Camino al infierno"
Blair), ´77 (con
Christopher Lee) y ´79
(con Sylvia "Emanuelle" Kristel).
La pantalla grande también padeció
un Terremoto (Mark Robson,
1974) y una Avalancha (Corey
Allen, 1978), mientras que la televisión
llegó a emitir Condominium
(aquí la dio Canal 4), donde olas
gigantes arrasaban una zona balnearia.
El
segundo lustro de la década del ´90,
entre una notoria crisis de ideas en Hollywood
(hoy día la cosa es peor) e imágenes
generadas por computadora que iban en veloz
desarrollo, fue testigo de la resurrección
del cine catástrofe y en general
con ejemplos impresionantes en materia de
efectos especiales y hasta de historias
en sí. Prueba de esto último
fue la oscarizada Titanic
(James Cameron, 1997), la ya mencionada
Impacto profundo, a propósito
de meteorito que cae en el océano
y con quince minutos de efectos finales
para el asombro, y Una tormenta
perfecta (Wolfgang Petersen, 2000),
inspirada en un hecho real ocurrido en 1991
y que, a pesar de ser un poco extensa, tenía
cierta solidez en la historia y sus personajes,
del mismo modo que Impacto….
Otras que dieron que hablar al momento de
fabricar desastres fueron La furia
de la montaña (Roger Donaldson,
1997) y su erupción volcánica,
algunos momentos (computarizados, claro)
de Volcano (Mick Jackson,
1997), la ultrapromocionada Armageddon
(Michael Bay, 1998), y el impactante "viaje
al centro de la tierra" realizado por
el equipo (delante y detrás de cámaras)
de El núcleo (Jon
Amiel, 2003).
Un desastre de menor magnitud (y que lo
habíamos omitido intencionalmente
aunque igual vale la pena mencionarlo) fue
el de Daylight (Rob Cohen,
1996), con Stallone y otros tantos atrapados
en un túnel neoyorquino. El momento
en que se produce el desastre inicial (explosión
en cadena del material que transportaban
unos camiones) es impresionante, del mismo
modo que algunos pasajes cerca del final.
* - En 1933 Félix Feist hizo El
diluvio, una producción
norteamericana que se considera perdida.
Allí un eclipse solar provoca una
ola gigante que arrasa con algunas ciudades
del planeta, como Nueva York. Algunos fragmentos
de esta película fueron utilizados
por Fred Brannon en El rey de los
hombres cohete (1949), film que
terminaría influenciando y terminantemente
en la novela gráfica de Dave Stevens
The Rocketeer (1982) que
tendría su adaptación homónima
para cine en 1991, gracias a la Disney.
Curiosidades
sobre El día después
de mañana: En julio de 2002,
durante la preproducción, una mortal
granizada azotó la región
central de China. Los granizos eran del
tamaño de huevos y la tormenta mató
a 25 personas y dejó a numerosas
víctimas con heridas graves en la
cabeza. La tempestad arrancó árboles,
despedazó cientos de parabrisas de
automóviles, provocó grandes
apagones y destruyó algunos edificios
en la zona norte de la provincia de Henan.
Al
mes siguiente, regiones de Europa fueron
devastadas por lo que se llegó a
catalogar en ese continente como las "Inundaciones
del Siglo". Durante casi tres semanas,
lluvias torrenciales sacudieron las zonas,
inundando el sistema de tren subterráneo
de Londres, diezmando viñedos y huertos
de olivos al norte de Italia, y llevándose
a turistas que se encontraban en la costa
del Mar Negro en Rusia. Al menos, 108 personas
murieron y cientos de miles tuvieron que
ser evacuadas.
En noviembre, tan sólo tres días
después de que diera inicio la fotografía
principal en Montreal, Estados Unidos fue
objeto de severos climas y tornados. Solamente
en un día, un total de 75 tornados
tocaron tierra, provocando la muerte de
36 personas y daños en trece estados.
Además, la producción sufrió
a lo largo de cuatro meses lo que pudo haberse
convertido en uno de los inviernos más
gélidos en la historia de Montreal,
con temperaturas que, en numerosas ocasiones,
llegaron a alcanzar durante el día
los - 25º C.
En
un ejemplo incluso más extraño
de cómo la vida imita al arte, la
capa de hielo Larsen B en la Antártida
cayó al mar en marzo de 2002; pocas
semanas después de que Emmerich y
Nachmanoff habían escrito un escena
que describía su colapso. "En
aquel entonces hicimos la broma de que deberíamos
de empezar a filmar cuanto antes o si no
íbamos a hacer un documental",
comentaba Emmerich.
En vista de que estos eventos de la vida
real estaban sucediendo a la par con la
preproducción y filmación
de la película, Emmerich, Gordon
y Nachmanoff decidieron que El día
después de mañana
tenía que reflejar tan precisamente
como fuera posible las teorías científicas
modernas con respecto al calentamiento global.
"En el núcleo de cualquier
'película de desastres'
siempre tiene que existir algo verdadero,
algo real, para que el público se
pueda identificar con ello", afirmaba
Emmerich. "Lo que ya sabemos acerca
del calentamiento global y los cambios climatológicos
nos ha proporcionado un gran fundamento
verídico para la película,
y eso afecta directamente la credibilidad
de los personajes y del mundo que hemos
creado para ellos", concluía
el realizador.
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