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El día después de mañana y otros ejemplos
LA VUELTA DEL CINE CATÁSTROFE

por Alejandro Yamgotchian (junio, 2004)




El día después de mañana





El pasado viernes 28 de mayo se estrenó mundialmente El día después de mañana (The Day After Tomorrow), ejercicio de cine catástrofe co-escrito y dirigido por el alemán Roland Emmerich, el mismo realizador de películas como Stargate: La puerta del tiempo (1994), Día de la Independencia (1996) y Godzilla (1998), entre otras de igual o mayor importancia.


Arte7 no solo se propone abordar este nuevo film sino también hacer un repaso a algunos puntales en la carrera de este realizador y ni qué hablar de lo que ha sido el cine catástrofe en la historia del cine.



EL MUNDO EN PELIGRO


Un desastre natural es el que se produce en toda la zona norte del planeta, como consecuencia del deshielo polar, y así comienzan a aparecer tornados, olas gigantes, huracanes y heladas mortales, entre otros fenómenos, que comienzan a sacudir dicha región de la Tierra.


La idea, claro, es transmitir lo que puede llegar a ocurrir si el hombre no cuida adecuadamente los recursos naturales de su planeta. De esos efectos nocivos es que el film se alimenta básicamente, gracias a una decorosa tarea en materia de trucajes visuales. Sin embargo también hay un guión elemental pero con puntas bastante irónicas y que hacen de El día... una película no tan localista como Día de la Independencia (que habrá sido muy criticada pero cuya primera hora está muy bien llevada), donde el presidente norteamericano parecía el presidente del mundo (bueno; hay uno en la vida real que piensa que lo es).


Aquí se cuentan los desastres que afectan a la zona norte de la Tierra, con especial hincapié en Estados Unidos, aunque dentro de los apuntes que se mencionaban hay sátiras respecto al tema de la inmigración, las propias autoridades y la gente que gobiernan. Es gracioso ver cómo algunos se preocupan por objetos materiales y documentos, como el pasaporte, cuando a pocos kilómetros hay tornados y olas gigantes que se van acercando. Habría que preguntarle a Emmerich por qué se le ocurrió refugiar a la gente en una biblioteca y que todavía terminara quemando libros para mantener las fogatas. Hay alusiones a algunos títulos y autores pero la ironía que se pretende expresar a través de los diálogos es tan simple y poco convincente que lleva a pensar que otro guionista le hubiera sacado mucho más provecho al asunto.


El metraje, por su parte, pudo haber prescindido de algunos minutos pero, de todas maneras, el entretenimiento y sobre todo el espectáculo visual están asegurados, para sorpresa de muchos con un guión aceptable y tensos pasajes (en la nieve, en las alturas, dentro de un barco, los propios destrozos creados y sus respectivos preámbulos, algo similares a los de ID4), dignos de un buen ejercicio de cine catástrofe.






ROLANDO EN CINE




Denominado por algunos compatriotas suyos como el "Steven Spielberg alemán" Emmerich ha tenido muy buenos resultados con sus labores en taquilla, y este nuevo trabajo no fue la excpeción.


Sin dudas que las grandes tragedias fueron una constante en varias películas de Roland Emmerich, donde generalmente ha apostado a conmocionar poblaciones, países, continentes y hasta planetas, siendo complementado por el trabajo de los artesanos en efectos especiales.


Su primer trabajo (co-dirigido junto a su compatriota Oswald von Richthophen) fue un mediometraje titulado Franzmann (1979), donde hay un adolescente que debe decidir (1937) entre quedarse a prosperar económicamente en su país natal (Alemania), con la oportunidad que le ofrece su abuelo, o irse con su madre a Francia para estudiar en la universidad.


El debut en el largometraje vino con The Noah´s Ark Principle, donde trató un tema parecido al de El día después de mañana pero en un entorno futurista (bueno; 1997, que ya pasó) donde la Guerra Fría proseguía y en el que una estación espacial hecha por europeos y americanos era capaz de controlar y hasta alterar el clima de cualquier región del planeta, incluyendo a países que se pudieran rebelar contra las principales potencias y que podían ser destruidos gracias a la manipulación de los fenómenos climáticos.


Luego, sí, vino su incursión en Hollywood, aunque en ese entonces Emmerich no se olvidaba de sus colegas de trabajo compatriotas ni tampoco de hacer dignos guiones y sobre todo buenas labores como realizador. Claro que en su filmografía hay algunas películas que dejaron bastante que desear (Soldado Universal, la versión americana de Godzilla, en menor medida El patriota) pero otras que fueron más que interesantes.


El cine fantástico casi siempre estuvo metido en sus trabajos y a Emmerich no le da verguenza confesar que sintió la misma fascinación que la de un pibe al ver por primera vez La Guerra de las Galaxias (George Lucas, 1977), con 22 años de edad. El caso de Joey: Haciendo contacto (1985) sigue siendo la película más personal de su director y uno de sus mejores trabajos por lejos. La historia se centra en un dolido niño que extraña a su padre fallecido pero con el que comienza a hablar inesperadamente a través de un teléfono de juguete (en ese momento suenan todos los teléfonos de la ciudad donde vive y nadie entiende nada). Sin embargo no es una película infantil, ya que hay fragmentos algo terroríficos, a partir del momento en que entabla relación con un muñeco viviente (supuestamente poseído por el hijo muerto de un ventrílocuo que practicaba magia negra) que a la vez le otorga al pequeño poderes paranormales.


Más que el Spielberg alemán a Emmerich habría que llamarlo, al menos por este trabajo, el Joe Dante alemán, ya que parece divertirse (la película es muy imaginativa, por más que se la compare con E.T.: El extraterrestre o incluso Poltergeist: Juegos diabólicos) y emocionarse a la vez (en los créditos finales dedica la película a sus padres y hay un motivo que no podemos revelar y por el cual lo hace). En todo caso podría ser un largo episodio de Dimensión Desconocida, del mismo modo que pudo ser la historia del niño enfermo (que no fue puesto por Emmerich porque sí) y las charlas con su doctora en El día después de mañana, siempre y cuando se hubiese desarrollado más y mejor el asunto. Cabe acotar que la edición en DVD de Joey trae dos discos y ahí viene el metraje adicional que en la copia distribuida en Estados Unidos fue cortado.


Luego Emmerich sigue con lo sobrenatural y filma Hollywood Monster / Ghost Chase (1987), editada en Uruguay directamente en video, del mismo modo que el ejercicio de ciencia ficción Moon 44 (1990). Ghost... es una comedia acerca de fantasmas que acosan a un equipo de filmación para poder saldar cuentas del pasado, mientras que la segunda posee su atractivo (en su espectacular diseño artístico; parte en lo conceptual) aunque es bastante lenta.


Lo curioso es que maneja una temática vinculada a un planeta Tierra sin recursos y en donde (año 2036) hay lunas desparramadas (entre estas la del título) con lo necesario como para poder sobrevivir. Una poderosa corporación decide proteger a un muy rico pero también codiciado terreno, en el que se dan luchas que generan corrupción y violencia; tanta violencia que los únicos capaces de ir a pelear son algunos convictos a los que se les promete una reducción de sentencia como premio.


Emmerich luego pegaría el salto a las grandes superproducciones (aparte de las ya mencionadas) con Stargate, donde la Tierra se vio otra vez amenazada, ahora por los planes del malvado líder alienígena de un planeta al que algunos terrícolas habían llegado a través de un viaje interestelar (gentileza del antiguo descubrimiento egipcio del título).

EJEMPLOS CATASTRÓFICOS




Infierno en la torre




El cine catástrofe en sí ha tenido muchísimo que ver con fenómenos meteorológicos, gentileza del gran trabajo desplegado por los artesanos de efectos especiales. A pesar de que tuvo su gran auge en la década del ´70, el mismo ya venía marcado por películas donde se podían apreciar numerosos desastres*, como el volcán de Los últimos días de Pompeya (1935) de Ernest B. Schoedsack y con efectos del troesma Willis "King Kong" O´Brien, el terremoto de San Francisco (W. S. Van Dyke II, 1936), donde el equipo llegó a filmar parte de la construcción del famoso Golden Gate, y especialmente el Huracán (1937) de John Ford, que se daba en la Polinesia y que tuvo su remake homónima 42 años después, gracias al productor Dino de Laurentiis, además de Cuando los mundos chocan (Rudolph Maté, 1951), que terminó llevándose el Oscar a Mejores Efectos Especiales e inspiró en cierta manera a la espectacular y muy bien hecha Impacto profundo, dirigida por Mimi Leder y co-escrita por el talentoso y subvalorado Bruce Joel Rubin, en 1998.

Los ´70, claro, constituyeron el gran boom del género, y uno de sus más fehacientes impulsores fue el ya fallecido Irwin Allen, que llegó a producir recordados trabajos como La aventura del Poseidón (Ronald Neame, 1972) y secuela, dirigida por el propio Allen en 1979, quien 5 años antes había co-dirigido Infierno en la torre junto a John Guillermin. Pero el puntapié inicial de la época fue Aeropuerto (George Seaton, 1970), que cosechó varias nominaciones al Oscar y originó tres secuelas: Aeropuerto ´75 (con Linda "Camino al infierno" Blair), ´77 (con Christopher Lee) y ´79 (con Sylvia "Emanuelle" Kristel). La pantalla grande también padeció un Terremoto (Mark Robson, 1974) y una Avalancha (Corey Allen, 1978), mientras que la televisión llegó a emitir Condominium (aquí la dio Canal 4), donde olas gigantes arrasaban una zona balnearia.

El segundo lustro de la década del ´90, entre una notoria crisis de ideas en Hollywood (hoy día la cosa es peor) e imágenes generadas por computadora que iban en veloz desarrollo, fue testigo de la resurrección del cine catástrofe y en general con ejemplos impresionantes en materia de efectos especiales y hasta de historias en sí. Prueba de esto último fue la oscarizada Titanic (James Cameron, 1997), la ya mencionada Impacto profundo, a propósito de meteorito que cae en el océano y con quince minutos de efectos finales para el asombro, y Una tormenta perfecta (Wolfgang Petersen, 2000), inspirada en un hecho real ocurrido en 1991 y que, a pesar de ser un poco extensa, tenía cierta solidez en la historia y sus personajes, del mismo modo que Impacto…. Otras que dieron que hablar al momento de fabricar desastres fueron La furia de la montaña (Roger Donaldson, 1997) y su erupción volcánica, algunos momentos (computarizados, claro) de Volcano (Mick Jackson, 1997), la ultrapromocionada Armageddon (Michael Bay, 1998), y el impactante "viaje al centro de la tierra" realizado por el equipo (delante y detrás de cámaras) de El núcleo (Jon Amiel, 2003).


Un desastre de menor magnitud (y que lo habíamos omitido intencionalmente aunque igual vale la pena mencionarlo) fue el de Daylight (Rob Cohen, 1996), con Stallone y otros tantos atrapados en un túnel neoyorquino. El momento en que se produce el desastre inicial (explosión en cadena del material que transportaban unos camiones) es impresionante, del mismo modo que algunos pasajes cerca del final.





* - En 1933 Félix Feist hizo El diluvio, una producción norteamericana que se considera perdida. Allí un eclipse solar provoca una ola gigante que arrasa con algunas ciudades del planeta, como Nueva York. Algunos fragmentos de esta película fueron utilizados por Fred Brannon en El rey de los hombres cohete (1949), film que terminaría influenciando y terminantemente en la novela gráfica de Dave Stevens The Rocketeer (1982) que tendría su adaptación homónima para cine en 1991, gracias a la Disney.



Curiosidades sobre El día después de mañana: En julio de 2002, durante la preproducción, una mortal granizada azotó la región central de China. Los granizos eran del tamaño de huevos y la tormenta mató a 25 personas y dejó a numerosas víctimas con heridas graves en la cabeza. La tempestad arrancó árboles, despedazó cientos de parabrisas de automóviles, provocó grandes apagones y destruyó algunos edificios en la zona norte de la provincia de Henan.

Al mes siguiente, regiones de Europa fueron devastadas por lo que se llegó a catalogar en ese continente como las "Inundaciones del Siglo". Durante casi tres semanas, lluvias torrenciales sacudieron las zonas, inundando el sistema de tren subterráneo de Londres, diezmando viñedos y huertos de olivos al norte de Italia, y llevándose a turistas que se encontraban en la costa del Mar Negro en Rusia. Al menos, 108 personas murieron y cientos de miles tuvieron que ser evacuadas.


En noviembre, tan sólo tres días después de que diera inicio la fotografía principal en Montreal, Estados Unidos fue objeto de severos climas y tornados. Solamente en un día, un total de 75 tornados tocaron tierra, provocando la muerte de 36 personas y daños en trece estados. Además, la producción sufrió a lo largo de cuatro meses lo que pudo haberse convertido en uno de los inviernos más gélidos en la historia de Montreal, con temperaturas que, en numerosas ocasiones, llegaron a alcanzar durante el día los - 25º C.

En un ejemplo incluso más extraño de cómo la vida imita al arte, la capa de hielo Larsen B en la Antártida cayó al mar en marzo de 2002; pocas semanas después de que Emmerich y Nachmanoff habían escrito un escena que describía su colapso. "En aquel entonces hicimos la broma de que deberíamos de empezar a filmar cuanto antes o si no íbamos a hacer un documental", comentaba Emmerich.


En vista de que estos eventos de la vida real estaban sucediendo a la par con la preproducción y filmación de la película, Emmerich, Gordon y Nachmanoff decidieron que El día después de mañana tenía que reflejar tan precisamente como fuera posible las teorías científicas modernas con respecto al calentamiento global. "En el núcleo de cualquier 'película de desastres' siempre tiene que existir algo verdadero, algo real, para que el público se pueda identificar con ello", afirmaba Emmerich. "Lo que ya sabemos acerca del calentamiento global y los cambios climatológicos nos ha proporcionado un gran fundamento verídico para la película, y eso afecta directamente la credibilidad de los personajes y del mundo que hemos creado para ellos", concluía el realizador.

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